Si las paredes del palacio de los condes de Frigiliana hablaran, podrían contar historias para completar las mil y una noches malagueñas. Tiempo han tenido para escribirlas: el edificio fue construido a principios del siglo XVI utilizando a modo de ladrillos las viejas rocas de la fortaleza árabe levantada 600 años antes en el pueblo. El lugar tuvo capilla y un cuartito específico para la Guardia Civil. Su fachada está ilustrada con motivos geométricos, tiene un reloj de sol e incluso hornacinas vacías sobre las que un día reposaron imágenes de San Raimundo y la Virgen del Carmen. Pasear hoy por su interior, donde hay maquinaria del siglo XIX a pleno rendimiento, tiene algo de mágico. Y de sabroso: es la única fábrica de miel de caña que existe en toda Europa.